Medín Martín nos sorprende, en esta exposición, con esculturas que atrapan en su interior un sinfín de conocimientos, experiencias, ilusiones y sueños que se han conjugado a lo largo de varias generaciones y de cuya simbiosis se alimentan sucesivamente los nuevos avances. Son piezas que, a manera de metáfora, guardan celosamente las claves de la evolución humana, tema muy presente en la vida diaria del escultor y en su trabajo creativo: toda existencia, efímera por naturaleza, termina metamorfoseándose para dar origen a otros modos diferentes de vida. De ahí que, en sus obras, ensaye la búsqueda de nuevas formas que aporten a lo cotidiano innovadores significados, lo que permitirá extraer modernas miradas de un mundo que se transforma incesantemente.
El artista es consciente de la importancia que, en este sentido, tiene la transmisión de información. Por ello, la comunicación escultórica aparece combinada con otros lenguajes -el verbal, el matemático, el pictórico- que encierran todo el acervo vital e histórico, y que han sido los vehículos imprescindibles para crear los avances científico-tecnológicos, los progresos culturales y el bienestar social. El saber ha quedado atrapado, a través del tiempo, en los mensajes orales (fábulas, mitos, leyendas) y pinturas rupestres de los pueblos prehistóricos, en los jeroglíficos y papiros de la cultura egipcia, en las tablillas de arcilla sumerias con caligrafía cuneiforme, en la escritura alfabética y pergaminos de la sociedad griega, en los libros manuscritos y en los impresos, en los periódicos, en los soportes audiovisuales. Todos estos conocimientos han ido posibilitando, a lo largo de los siglos, la elaboración de nuevas teorías, el diseño de modernos proyectos, y la preparación y práctica de distintas actuaciones esenciales para la adaptación, renovación y evolución del ser humano.
Muchas de estas obras se presentan como figuras totémicas; con ellas, Medín desea venerar al mundo natural y al sobrenatural, al mismo tiempo que recuerda nuestra historia y la de otras culturas. Podemos definir el tótem como el ser que, en ciertos pueblos, era considerado como el progenitor o protector del grupo, un antepasado que se vinculaba al origen de la tribu, del clan; o como una escultura de madera o de piedra a la que una cultura le atribuía un poder mítico o una condición sobrenatural. Estas obras parecen atrapar el sentido mágico-religioso del ser humano y toman formas erótico-fálicas relacionadas con la procreación, con la continuidad de la especie. Medín, en estas piezas, entabla un diálogo con la madera, material cálido y dúctil, para rendir un homenaje al árbol como elemento natural que, en su crecimiento constante, encierra todos los aconteceres ocurridos en su entorno -sequías, incendios, tormentas de arena-, acontecimientos que se transforman en principios de grandes cambios.
El artista presenta una obra en la que se combinan lo orgánico y lo geométrico, formas totémicas, esféricas, cuadradas y alargadas, con líneas curvas y rectas. Realidades que, en su proceso de creación, sufren una hermosa metamorfosis hasta convertirse en embriones, brotes y frutos que originan nuevas y diferentes existencias. Esculturas de madera y de bronce que se complementan con otros materiales, como el aluminio, el acero o el plomo, y que están embellecidas con aplicaciones del lenguaje pictórico, como los colores oro y plata -típicos de la veneración, la belleza, la elegancia y la solemnidad-, o el rojo -símbolo de la pasión, el deseo, la alegría y la sensualidad-.
En definitiva, Medín crea un universo artístico que nos invita a atrapar la información y el conocimiento, nuestras experiencias vitales, nuestros ensueños, y a convertirnos en pequeños tejedores de los avances y de la modernidad.
Mª Eugenia Padrón San Juan, 2019.